Un día cualquiera, mientras la vida sigue su curso, algo inesperado ocurre. Personas que nunca imaginaron perder la vista de repente lo hacen. La ceguera llega sin aviso, transformando no solo cómo ven el mundo, sino cómo lo sienten, lo interpretan y lo viven. Nadie sabe cómo o por qué sucede, pero esta experiencia revela las formas más profundas en las que las personas perciben y valoran lo que les rodea.

En un lugar donde las reglas eran claras y los ideales compartidos, algo cambió. Aquello que fue creado para liberar a los más vulnerables se convirtió en un instrumento de control. Los líderes que alguna vez prometieron igualdad adoptaron aquello que criticaban, transformándose en la imagen misma de lo que juraron destruir.

Los discursos se convirtieron en herramientas poderosas: unos para unir, otros para dividir; unos para inspirar, otros para infundir miedo. Así, las palabras moldearon una comunidad que, cegada por el temor al pasado y las promesas vacías del presente, olvidó sus propios principios.

¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo que sienten las personas a tu alrededor? No solo a observarlas, sino a imaginar sus historias, sus emociones, sus luchas. Para algunos, esto puede ser un simple ejercicio de curiosidad, pero para ti es diferente. Tienes un don, pero también un problema: sobreempatizas. Constantemente te detienes, piensas y sobrepiensas en lo que los demás están sintiendo.

Ahora imagina que estás atravesando una ruptura amorosa y te encuentras en el metro. Estás absorta en tus pensamientos, cuando de repente, una pareja sentada frente a ti capta tu atención. Sin quererlo, empiezas a analizar su lenguaje corporal: ¿Qué emociones esconden? ¿Están felices? ¿Están lidiando con sus propios problemas? Te preguntas si su historia se parece a la tuya, si están en el comienzo de algo hermoso o en el borde de una separación.

Para agua como chocolate, es una novela de realismo mexicana, escrita por Laura Esquivel ambientada a inicios del siglo XX, sigue la historia de Tita, la menor de las hermanas Garzas que posee el don de transmitir sus sentimientos a través de la comida (en su mayoría, tradicional de la región donde se sitúa la historia) a las personas que prueban de esta misma. Desde lagos de vómitos, producto por su tristeza, hasta el incendio de un baño, por su ardiente deseo, sea cual sea el sentimiento, Tita siempre lograba impactar volviéndose un ingrediente más en la comida.  

La comida, más que necesidad humana, tiene el poder de llevarnos a lugares desconocidos, a través de las raíces de donde viene su preparación, recuerdos y personas que impregnan su sabor y aroma.

Desde que la humanidad ha existido, se han creado un sin fín de leyendas o cuentos de terror que, en su mayoría, forman parte del folklore de las regiones de origen, la mayoría de estas historias son protagonizadas por personas, que al final de la historia, mueren o se transforman en demonios, monstruos, o fantasma que, por circunstancias desfavorables, que narra una versión de los hechos, se busca “responsabilizar” a las protagonistas, con el fin de dejar moralejas socialmente construidas.